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sábado, 11 de julio de 2015

La España desnuda

Se cuestiona Vargas Llosa en Conversación en La Catedral "¿En qué momento se había jodido Perú?" Y para un español, esa pregunta retumba insistentemente con nuestra patria, ahora más chica que nunca. 
Martilleándonos con la realidad que cada día se vuelve más cruel, más triste, más nuestra y más ajena.

El dolor aún está caliente. En Pontons (Barcelona), un matrimonio y su hija murieron en la madrugada del jueves. El padre, avisó a los Mossos de Escuadra de que los tres se iban a suicidar previamente y tras ello, disparó a su hija y a su mujer para luego cerrar tan terrible historia matándose él. 

La realidad es tan jodida que mientras escribo estas líneas no puedo parar de pensar qué paso por la mente de los padres para tomar tal decisión. Las primeras investigaciones, siempre con el presunto delante y con la hipótesis aún por confirmar, alude a que la pareja decidió quitarse de en medio por considerarse una carga. 

Pontons:donde la desesperación ganó la batalla
Una tesis que desnuda, si es que aún le quedaba ropa, un mundo y una España, que galopan directos al abismo del fin. Porque el fin es cuando los humanos nos consideramos molestías, problemas que solo se solucionan con nuestra desaparición. El fin como cantaban The Doors. 
La realidad es tan jodida que mientras escribo estas líneas no puedo parar de pensar qué paso por la mente de los padres para tomar tal decisión.
La misma teoría postula que su hija tenía enfermedades físicas y psíquicas (me niego a emplear el prefijo -dis) y que unido a eso, uno de los padres había contraído recientemente una enfermedad, convirtiéndose así su vida en un rémora imposible de soportar.

Todo está en el aire pero mi mente se deshace pensando hasta qué punto hemos llegado. ¿Hasta qué límite nos llevará la desesperación?

Otro día que pasa con una desgracia que nos muestra la separación, cada vez más profunda, entre ser y humano. Llegará un momento en que serán palabras tan independientes que ni se recordarán. 

Cierro este capítulo con sangre en las manos. Con esa sensación de poder hacer más, de querer insuflar que se puede aunque que no se pueda, de haberles dicho a esos padres que siempre hay una salida mejor que la muerte. Pero no puedo y probablemente no deba. 

El futuro viendo el presente ya no quiere llegar.

Rieguen estas líneas con Silencio, de Beethoven.

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