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lunes, 19 de diciembre de 2011

Arcadi Espada, el producto perfecto



El perfecto caballero, el perfecto bohemio, el perfecto indiferente, el perfecto escritor prendado de sí mismo. Arcadi atacó duramente y se defendió con suma facilidad. Se fue con el halo de estrella con el que vino aún más reforzado y con su producto de estrella periodística contra el mundo más estigmatizado. Así conocí a Arcadi Espada.

Fue el jueves día 15 de diciembre.
Arcadi Espada era ponente de unas Jornadas de Periodismo Cultural que organizó el Colegio Mayor Peñafiel de Valladolid.
Arcadi era la última espada para unas jornadas que discurrían plácidas.
Espada acudía a la cita tras su último y polémico artículo de El Depilado y sus famosos papagayos.

El periodista catalán llegó antes que el maestro Julio Ruiz, Disco Grande-Radio 3, llenara de color musical y experiencia radiofónica, un salón de actos relajado, cómplice, esperando al huracán Espada.

Se presentó con traje, larga bufanda que le caía por los hombros, libro en la mano y aires de un periodista que da la impresión de jugar en otra liga, de estar a otro nivel, de mirar al resto de compañeros periodistas desde un púlpito a la vera de Larra o Luca de Tena. Así concibe Arcadi Espada a Arcadi Espada.

El director del Instituto Ibercrea, apoyado por la SGAE, fue presentado y ni miró a su moderador. Comenzó con un discurso ubérrimo, desbordante de cultura y sin la posibilidad de que la duda se colara en una estructura retórica que encumbra a Espada como un magnate de la palabra.
Empezó sus ataques para preparar un espectáculo en el que él siempre alza la mano el último con los dos dedos de la victoria.

Atacó el periodismo ciudadano, (nos atacó) tildándolo de majadería, e incendió el salón de actos criticando uno de sus temas fetiches: el movimiento 15M.

Llenó de gasolina la sala apelando a que el 15M era una construcción mediática que solo poseía interés cuando El Mundo y El País decidían que lo tuviera.
En otra intervención, Arcadi sacó su afilada espada y comentó que "unos jóvenes reunidos en una cafetería solo pueden hablar de majaderías". El ambiente se caldeó. Entonces llegó el subproducto espadiano:arrogancia y jactancia como arma defensiva.

En el siguiente capítulo seguiremos analizando a un producto perfecto, con retórica perfecta que no dejó indiferente a nadie.